miércoles, 3 de febrero de 2010

Materiales sobre la filosofía medieval

En este link podéis encontrar materiales (resúmenes, power point, actividades, textos...) sobre la filosofía medieval.

Ética tomista

La ética de Santo Tomás de Aquino se puede considerar como una ética finalista de raíz natural. De Aristóteles incorpora:
- La felicidad como fin último del ser humano.
- El conocimiento de la naturaleza humana que nos proporciona un conjunto de normas morales que constituyen la ley natural.
La ética de Tomás de Aquino sigue la línea aristotélica, aunque adaptada al razonamiento cristiano en los que basa su pensamiento. Aristóteles considera que todas las acciones humanas estaban encaminadas a un fin último concreto (teleología), y respecto de éste, todos los demás son particulares, secundarios porque tan sólo sirven para alcanzar aquel fin último que unifica, organiza y jerarquiza todos los demás. El fin de todas las acciones humanas es adquirir la felicidad (eudaimonía) – ética eudemonista.
La felicidad consiste en perseguir lo más natural para la propia naturaleza. Según Aristóteles lo más genuino del ser humano es el uso de la razón, logos. Así el individuo será feliz en la medida en que desarrolle al máximo su poder cognoscitivo y ejercite la capacidad racional (intelectualismo).
Si la felicidad intelectual, racional aristotélica se alcanza en este mundo, Tomás de Aquino defiende que la felicidad terrenal no es absoluta ni total, si no que se proyecta hacia cotas más altas, como es el conocimiento divino. La perfecta felicidad, el fin último consiste en la visión de Dios (visión beatífica).
Para lograr la felicidad, Aristóteles aconseja practicar la virtud. Ésta no consiste sólo en conocimiento, como quería Sócrates, pues el proceso de adquisición de las mismas se interponen las pasiones, que han de ser canalizadas racionalmente por medio de las virtudes prácticas. Aristóteles no da reglas concretas para conseguir la felicidad. Propone que las conductas virtuosas son aquellas que guardan un equilibrio entre los extremos (in medio virtus). Así por ejemplo, el valor es el término medio entre la cobardía y la temeridad; la generosidad, entre la avaricia y la ostentación, etc.
La vía que defiende Tomás de Aquino para llegar a la felicidad es el amor. Serán buenas acciones aquellas que, basándose en el amor y en el conocimiento natural, nos acerquen a la presencia divina, y malas las que nos alejen del camino de Dios. Este fin teológico es lo que perfecciona a los seres humanos como seres racionales. Ahora bien, la persona por sí misma no puede lograr este objetivo explícito en las escrituras por lo que necesita la gracia de Dios. Tomás de Aquino coincide con Aristóteles al considerar las virtudes como hábitos, acciones buenas encaminadas a vivir correctamente. Y siguiendo a Aristóteles también enumera las virtudes fundamentales que según él desarrollan al individuo de un modo racional. Entre todas podemos citar: las virtudes intelectuales (práctica de las ciencias), virtudes morales (justicia, fortaleza, templanza) y virtudes teologales (fe, esperanza y caridad).


LA EXISTENCIA DE LA LEY NATURAL
Siguiendo la concepción teleológica de Aristóteles, Tomás de Aquino afirma que el ser humano, igual que los demás animales, experimenta ciertas tendencias enraizadas en su naturaleza. No se trata de pulsiones irresistibles, si no de orientaciones espontáneas de la conducta hacia una finalidad concreta.
La tendencia hacia los fines es común para el ser humano y para el animal. Pero el ser humano tiene una racionalidad propia y diferente al resto de los animales. Sólo él puede conocer sus propias tendencias y deducir de ellas ciertas normas de conducta que lo aproximen cada vez más al fin perseguido. Queda así demostrada la existencia de la ley natural: como ser racional, el ser humano puede establecer ciertas normas de conducta teniendo en cuenta las exigencias de su propia naturaleza.
Los contenidos de la ley natural se deducen de las distintas tendencias naturales del ser humano. Existen tres tipos de tendencias:
1. En tanto que substancia, el ser humano tiende a conservar su propia existencia. La conservación del Individuo y de la especie es un deber moral.
2. En tanto que animal, el ser humano tiende a procrear. De aquí pueden derivarse algunas normas de conducta relacionadas con el cuidado y la protección de los hijos.
3. Como ser racional, el ser humano tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad. Puesto que la vida en sociedad supone organizar la convivencia de manera que nos permita a cada uno alcanzar nuestros fines, las exigencias de la verdad y la justicia deben respetarse siempre, para que el grupo humano no degenere en manada o rebaño.
La ley natural tiene diversas propiedades o características. Si verdaderamente la ley natural se deduce de nuestras tendencias naturales, su contenido tiene que ser:
1. Evidente. Sus mandatos tienen que ser alcanzables de modo fácil por todos los seres humanos, sin necesidad de un proceso educativo complicado.
2. Universal. Los seres humanos de todas las culturas, países, razas y religiones deben reconocer los mandatos derivados de la ley natural.
3. Inmutable. Debe permanecer constante a pesar de los cambios históricos.

LA LEY NATURAL Y LA LEY POSITIVA
La ley positiva, o ley humana, es la que está escrita en los códigos y reglamentos aceptados por un determinado grupo social con carácter vinculante. Por ejemplo: una ley penal, una Constitución…
La existencia de la ley positiva es una exigencia de la ley natural. Si la ley natural impone la vida en sociedad, ésta sólo es posible cuando existe un sistema legal que regule la convivencia y permita solucionar pacíficamente los conflictos. Además la ley positiva no se puede entender siempre como una imposición de los más fuertes o un capricho de magistrados, es condición de posibilidad para la vida en sociedad.
Finalmente, la ley positiva no debe ir nunca contra las exigencias de la ley natural. La legislación de un país o grupo humano nunca debe saltarse los límites marcados por la ley natural, si queremos que sea justa. Una legislación no puede fundamentarse sobre la violación continua de los derechos y de las exigencias naturales.
Ya que el mundo del derecho y el ámbito de la moral están estrechamente relacionados en la filosofía de Tomás de Aquino y se articulan sobre la idea de justicia. La justicia consiste en dar a cada uno lo suyo (unicuique suum), lo que le pertenece. Es una exigencia ética y natural al mismo tiempo, y sobre ella debe fundarse el derecho

LA LEY NATURAL Y LA LEY ETERNA
La ley natural que debe guiar la conducta humana reflexiona también sobre el orden general que existe en el universo. Tomás atribuye a Dios la causa de que exista un orden semejante, y a esto le llama ley eterna (se inspira en Heráclito y Agustín de Hipona).
La ley eterna es “la razón de la sabiduría divina en tanto que rectora de todos los actos y movimientos”. Pero mientras esa ley eterna se concreta en leyes físicas y mecanicistas para los objetos y los seres del universo, en el caso del ser humano deja espacio para que actúe libremente con la ayuda de su razón. No son las leyes físicas, si no la ley moral libremente asumida la que guía la conducta del ser humano racional y libre. La ley natural no sería más que un reflejo de una ley eterna más amplia.
El concepto de ley natural tuvo enorme aceptación entre intelectuales y filósofos morales. La ilustración lo recogió, aunque borrando sus elementos teológicos. Hoy sigue constituyendo un núcleo fundamental en la teología cristiana católica.


(Cf. AA. VV., Historia da Filosofía. 2º Bacharelato, Consorcio editorial galego, Vigo, 2009, 78-80.)